Fecha:

2004-07-04


Resumen:

Construyendo una epistemología de la complejidad

Este artículo está basado en la transcripción de la primera parte del taller del mismo título que impartí en Barcelona, el 10 de marzo de 2001, con motivo de las Primeras jornadas españolas de PNL, organizadas por la Asociación Española de PNL, de la que Carles Porcel es miembro fundador. Al ser una transcripción, se notaran cambios de énfasis que corresponden a la dinámica del grupo. No se incluye el ejercicio práctico del taller.

Dado el público al que se dirigía era bastante heterogéneo, desde formadores profesionales de PNL hasta personas si ninguna formación en PNL, procuré mantener un nivel de simplificación que, justamente, no es especialmente adecuado para el tema. Es más, si lo lee algún interesado en filosofía, verá que hago algunas generalizaciones poco exactas. Pero es una limitación que asumo en aras de promover el estudio y comprensión de la epistemología en aquellas personas que desconocen su existencia.

En primer lugar voy a definir “la palabrota” epistemología. Sinónimos son teoría del conocimiento y gnoseología, palabras todas ellas del ámbito de la filosofía (de la ciencia). Mi formación académica inicial es filosofía. Hace años pensaba que, a pesar de que me parecía muy interesante, filosofar era “pensar en las nubes”. Desde hace tres años he aprendido que disponer de una epistemología rica, depara frutos prácticos insospechados; filosofando de forma centrada, se puede pensar la vida cotidiana de forma útil.

Podríamos definir la epistemología como la ciencia que trata de los fundamentos del conocimiento. Preguntas del tipo ¿cómo sabemos lo que sabemos? ¿cómo lo fundamentamos ese saber? ¿cómo llegamos a saber que el mundo es de determinada manera? ¿porqué pensamos eso y no otra cosa?, etc. son preguntas epistemológicas. Para poner ejemplos relativamente sencillos en términos vitales. Si vivimos el mundo como un lugar peligroso o lo vivimos como un lugar de amor, esas experiencias son saberes epistemológicos, porque de alguna manera planean sobre todo lo que nosotros “sabemos”. Desde el momento que para nosotros definimos que el mundo “es” peligro, visceralmente, cognitivamente, etc. prácticamente todo lo que procesemos serán en esos términos o serán reflejos de ese saber epistemológico. Justamente por que suele ser un conocimiento que está en segundo plano, o tercer plano, suele ser difícil de detectar y llevamos nuestra atención a los síntomas, no al fondo.

La epistemología de la PNL clásica, está formada por las presuposiciones (p. e. toda conducta tiene una intención positiva, no todo nuestro pensamiento es consciente, etc.). Bandler y Grinder cuando crearon la PNL, formularon un principio de epistemología, formada con otras epistemologías previas. Por ejemplo la sistémica (a través de Gregory Bateson), cibernética, semántica general, etc. A los fundadores de la PNL les interesaba el cómo, no el porqué, con lo cual la epistemología de la PNL se ha quedado en esa referencia.

Uno de los aprendizajes más importantes que he realizado, ha sido darme cuenta que saber el porqué funcionan las cosas puede ser sumamente importante. Eso es cierto en determinadas situaciones. Si estoy trabajando en un negocio para optimizarlo o si estoy trabajando con una persona para hacer un cambio, etc. y la cosa no funciona me puedo dedicar a probar técnicas e intentar usar diferentes patrones. Pero también me puedo preguntar porqué no funciona, que sentido tiene todo eso para obtener el resultado que obtengo, a qué información no estoy prestando atención y puede ser relevante, etc..

Esto es especialmente importante para entender la importancia práctica de la epistemología. Si creamos un modelo de lo que ocurre más rico, tendremos más probabilidades de entender con más precisión porqué no estamos consiguiendo lo que nos proponemos y qué podemos hacer al respecto.

Voy a simplificar muchísimo con dos ejemplos genéricos de epistemologías para contrastarlas y poder percibir la importancia fundamental de este nivel. Un modelo de epistemología general será la platónica y la otra la constructivista-sistémica. La platónica la podríamos definir como la epistemología del Ser. Es decir, las cosas son como son, yo soy como soy y no puedo hacer nada al respecto. Platón definía al mundo en dos partes. El mundo del Ser, de lo que es inmutable y el mundo de las apariencias. La primera es la verdadera y es donde están las Ideas de Verdad, Bondad, Amor, etc. inmutables, eternas, etc. Son independientes de la existencia del ser humano. La segunda son las apariencias, el burdo reflejo de las Ideas transcendentes, pero no son reales, sino ilusorias.

Nuestra cultura bebe directamente de la cultura platónica. Hacia el siglo V, en pleno auge del cristianismo, la Iglesia buscaba una fundamentación filosófica de la religión y los dogmas que se estaban creando. Y la filosofía platónica les ayudó mucho a construir la “epistemología” cristiana.

Al otro lado vamos a poner la epistemología constructivista-sistémica. Tiene que ver con afirmaciones del tipo “nuestros pensamientos son construcciones nuestras”, “el mapa no es el territorio”, “la realidad tiene diferentes niveles de complejidad”, etc. Ejemplos de estas escuelas serían la PNL, la Gestalt, etc.

Vamos a hacer comparaciones entre las dos epistemologías para percibir lo importante que es tomar en cuenta los resultados de cada una de ellas en diferentes ámbitos.

Desarrollo personal.

En la epistemología platónica, simplemente no existe tal concepto. Si miramos a nuestra sociedad, nuestras familias, eso de cambiar no existe. Si quieres dejar de fumar, lo tienes difícil. Si tienes una depresión, no se puede hacer nada. Como mucho te tomas unas pastillas.

Claudio Naranjo tiene una expresión que me encanta a este respecto. Decía “nuestra cultura [la occidental] tecnológicamente es muy avanzada, pero emocionalmente es subdesarrollada”. Tenemos muchos coches, ordenadores, satélites, etc. pero cuando nos enfrentamos con nuestra propia evolución personal no sabemos qué hacer.

Que yo sepa, la expresión de desarrollo personal, tiene decenios. Es un concepto relativamente nuevo. Y eso puede ser un índice de porqué tenemos dificultad para evolucionar; no tenemos tradición de ello.

Seguramente con todo este desarrollo personal que venimos haciendo los interesados en la PNL, lo que estamos es creando una revolución personal y social, puesto que el desarrollo personal no está incluido en los presupuestos de nuestra cultura. Si miramos la epistemología constructivista-semántica, el desarrollo personal sí que está incluido. Pero estas epistemologías en Occidente son muy recientes. Freud, hace tan sólo hace unos cien años que impartió su discurso sobre su tesis del inconsciente en la Academia médica de Viena y fue totalmente despreciado.

Mente-cuerpo.

En la epistemología platónica se hace una distinción clarísima entre mente y cuerpo.

Una excelente muestra de ello es Descartes, uno de los paladines del racionalismo, que propugnaba la separación de la mente y del cuerpo; tú piensas una cosa y tu cuerpo hace otra. Tu “cabeza” y tu “cuerpo” son dos partes absolutamente diferenciadas y conectadas por la glándula pineal (según Descartes). En cambio en las epistemologías constructivistas-sistémicas el cuerpo y la mente son diferentes aspectos de las misma realidad totalmente conectadas. De ahí que se utiliza la expresión cuerpo-mente, no como algo separado sino como una unidad.

¿Qué implica eso en términos de salud? En una epistemología platónica-cartesiana, ¿qué es lo que cura? Las medicinas, los médicos, las terapias, etc. Desde una perspectiva sistémica-constructivista lo que cura viene del interior y hay ayudas externas. La salud es un estado psíquico-físico en continua construcción y mantenimiento. Y no es un asunto baladí. Si nos fijamos en nuestro sistema sanitario está basado en una epistemología cartesiana: el sujeto es “paciente”, lo que curan son las medicinas y terapias, etc. con todos los problemas que conlleva: abuso de medicamentos, nula responsabilidad de la salud de la persona por el propio sujeto, etc.

Ecología.

Desde una perspectiva platónica, si existe un efecto pernicioso, entonces vamos a “resolver” ese efecto. Y lo normal es “tapar” ese efecto, como si el contexto y las causas implicadas en que se ha producido ese efecto no fuese importante. Por ejemplo las vacas locas. Hay gente que se sorprende de ello. Y dice que es debido a los piensos de origen cárnico. Aunque ello fuera cierto (hay otras hipótesis de otros causantes), una manera sistémica de verlo, es conocer las presuposiciones de nuestro sistema de producción alimentaría y cómo funciona: producir mucho, a bajo precio y sin importar la calidad.

Otro ejemplo. En un pueblo de Valencia se habían detectado un incremento notable de trasplantados de riñón. Investigando se dieron cuenta que estaba provocado por los altos niveles de nitratos en el agua potable. Esas substancias provenían de los agricultores que abonaban sus naranjales con nitratos de origen sintético y pasaban a los acuíferos. Y de estos al agua potable. La forma “normal” de tratar ese problema es actuar sobre el síntoma, es decir si cada vez hay más gente con problemas renales, hay que invertir más dinero en el sistema sanitario y buscar más donantes de riñón. Pero los elementos que causan el problema permanecen iguales, con lo que es problema se mantendrá e incrementará. Con todo lo que eso significa en términos de sufrimiento humano y gasto económico.

Un planteamiento ecológico sería, por ejemplo, realizar una campaña de educación ambiental para hacer a la gente (usuarios urbanos y agricultores) conscientes de las repercusiones de la agricultura química, promover una agricultura sostenible, por ejemplo recogiendo la parte orgánica de las basuras para transformarlo en compost y abonar naturalmente el campo y no contaminar las aguas, etc. Y se obtendrían beneficios adicionales como una reducción del precio de recogida de basuras, menos presión sobre los vertederos, aprovechamiento de recursos, etc.

Pero todo ese proceso lo frena una actitud generalizada de nuestra cultura. El de la incapacidad emocional. La mayoría de la gente siente incapacidad emocional, piensa que tiene bajo su poder menos cosas de las que realmente puede realizar. Si un número suficiente de personas pensasen que se puede cambiar todos esos procesos, simplemente los administradores lo harían efectivo.

Como vemos en este caso, los problemas ecológicos no son sólo problemas tecnológicos, como muchos administradores y ciudadanos piensan. Son fundamentalmente problemas de pensamiento, de valoración y de acción individual y social. Y esos problemas de filosofía y comportamiento individual y social son complejos. No existen varitas mágicas simples.

Hay que estar muy atento a qué soluciones damos, no sea que nos ocurra como algunos casos que describe Paul Watzlawick, en los que la solución que damos forme parte del problema. Y este es un asunto epistemológico. ¿Cómo sabemos que esa solución es una buena solución y qué sentido tiene esa solución en su contexto?

Paz

“Conversaciones de paz entre palestinos e israelíes”. “Vamos a alcanzar la paz.” Pero no se habla de mantenerla. Y la paz ¿será continuar odiándose a muerte pero sin matarse? En este ejemplo de palestinos e israelíes, si intentamos una solución desde una epistemología platónica, lo que se busca es un apaño para que no se maten (o que se maten con las armas que le vendan sus amigos y sólo sus amigos). Desde un punto de vista sistémico lo que buscaríamos es entender cómo un conflicto entre dos culturas como ese está durando siglos.

Estos son tan sólo algunos ejemplos de algunas áreas. Podíamos pensar en educación, en negocios, etc. Y podíamos encontrar diferencias notorias de usar una epistemología u otra.

Y ahora vamos a la parte de construir. ¿Cómo construir una epistemología de la complejidad? Pues eso es lo que estamos haciendo cuando evolucionamos, aprendemos PNL, aprendemos nuevas distinciones y modelos, etc. y vamos más allá de donde estamos.

Dado que nosotros partimos de una cultura y la influencia que tiene esa cultura es muy importante en nuestra forma de pensar y actuar, vamos a darnos cuenta cómo una determinada cultura, imprime determinadas formas de pensar. Por ejemplo qué papel juega en nuestra cultura la culpabilidad. Porque no en todas las culturas existe la culpabilidad.

En ese sentido me parecía fundamental resaltar el olvido en que había caído la epistemología, desde que Bandler y Grinder especificaron las presuposiciones de la PNL. Y de hecho muy poca gente se ha dedicado a desarrollar esas cuestiones epistemológicas. Uno de los personajes que lo está haciendo con maestría es John McWhirter.

Uno de los grandes contribuidores a las presuposiciones de la PNL, Alfred Korzybski, el de la famosa frase “el mapa no es el territorio”, no ha sido todo lo estudiado que se merece y que valdría la pena retomar. Por ejemplo el uso del gerundio o del infinitivo.

Cuando estamos hablando de creencias estamos hablando en términos de objetos, como quién tiene un bolígrafo, “hay gente que tiene creencias”. Para los que saben PNL, tener un bolígrafo o tener una creencia son cosas muy diferentes. Pero la cuestión es que nosotros, como programadores neurolingüísticos, lo que hacemos es afianzar más esa forma de pensar la realidad, utilizando un lenguaje poco adecuado para cambiar esa forma de creer. En ese sentido, usando la sugerencia de Korzybski, no tenemos creencias, sino que creemos, desarrollamos procesos de creer. A partir de ahí, se me ha ocurrido que podemos transformar nombres sin verbos en verbos. Por ejemplo, “puedes pensar desde esta perspectiva vital”, puedes cambiarlo a “puedes perspectivear vitalmente”. ¿Porqué hacer esto? Porque el lenguaje crea realidad y necesitamos ser cuidadoso con lo que creamos. El creador de la Semántica general, pretendía delatar ese problema del lenguaje. Especialmente en lo que él llamaba el pensamiento aristotélico, que está muy relacionada con la epistemología platónica.

Alguien podría decirme, p. e.: “tu tienes el metaprograma de la diferencia”. Y yo podría contestar: “¿Dónde lo tengo? ¡qué me registren!”. Si no estamos alerta con este tipo de cosas podemos estar frenando nuestro avance evolutivo en algunos sentidos. Se me han ocurrido algunos ejemplos graciosos. Por ejemplo al preguntar por el cómo, le podemos llamar comear, al preguntar por el porqué, lo podemos llamar porquear, etc. De esa manera lo que parece estático, lo convertimos en dinámico, es decir le devolvemos su realidad de proceso.

Para acabar me gustaría compartir con vosotros un descubrimiento que me parece fundamental a nivel de entender la etapa histórica en la que vivimos. Se trata de un libro que me a aportado una comprensión fascinante de lo que estamos haciendo en nuestra cultura en la actualidad. Se trata de El origen de la conciencia en la ruptura de la mente bicameral, de Julián Haynes. En este impresionante libro se hace un recorrido sobre los últimos 5.000 años de culturas humanas, cuya hipótesis principal es que el ser humano no ha sido subjetivo, es decir no ha tenido conciencia, hasta hace relativamente poco, hacía el siglo V antes de Cristo. La mente bicameral hace referencia a que antes de esa fecha, los seres humanos no eran conscientes que eran ellos los que pensaban y los que sentían, sino que las voces internas que oían, pensaban que eran de los dioses les que les hablaban. En ese tipo de cultura no existían problemas de engaños, culpabilidad, etc. porque las cuestiones morales surgen a partir de desarrollar la mente subjetiva. No hay una verdad externa y una interna. Por lo tanto no hay nada que esconder.

En estos dos mil últimos años hemos ido desarrollando la conciencia subjetiva hasta el presente que estamos haciéndonos conscientes de cómo construimos nuestra realidad interna. Pero para la mayor parte de nuestros conciudadanos eso es un sin sentido porque nuestra cultura no incluye ese tipo de concepción.

Estoy insistiendo mucho en la importancia de la cultura en la que vivimos para que seamos conscientes de la envergadura de lo que estamos haciendo. Estamos cambiando hábitos, estamos enriqueciendo nuestras relaciones personales, etc. como no lo habían hecho nuestros padres (por lo menos de una forma consciente). Por ejemplo si dejamos de fumar con herramientas de PNL, rápidamente y elegantemente, eso es un hecho realmente asombroso para nuestra cultura, de hecho a mucha gente le cuesta horrores dejar de fumar por los procedimientos habituales. Por ello, creo, que sería muy conveniente que los pequeños o grandes cambios que vamos realizando, le diésemos muchísimo más valor que le damos, por hacer algo inusual para las estructuras de nuestra civilización.

Resulta curioso (o no tan curioso) que Bandler y Grinder, a pesar de empezar a modelar a Virginia Satir y a Milton Erickson, (terapeutas familiares sabedores de la importancia del entorno familiar y cultural), se hayan olvidado de las cuestiones del entorno de donde venimos, con quien vivimos, etc.

Sin ello podemos perder el rumbo de lo que estamos haciendo y no avanzar no sólo personalmente sino también como sociedad. Porque muchos de los problemas que tenemos planteados como individuos tiene que ver con la sociedad en la que vivimos y que mantenemos. Y podemos aprender a solucionarlos si construimos un pensar más complejo y equilibrado que el que hemos recibido de nuestros antepasados.

Carles Porcel – Director de PeNeLers.com

La bibliografía adjunta da una idea clara de cómo formas de pensar complejas se pueden aplicar a cualquier área del conocimiento humano.

Bateson, Gregory; Pasos Hacia una ecología de la mente; Ed. Lohle-Lumen, Buenos Aires 1998

Capra, Fritjop; La Trama de la vida, Editorial Anagrama, Barcelona 1998

Gleick, James; Caos, Editorial Seix Barral, Barcelona 1998

Hall, Edward; La dimensión oculta, Siglo XXI editores, Méjico 1999

Hall, Edward; El lenguaje silencioso, Alianza editorial, Madrid 1989

Haynes, Julián; El origen de la conciencia en la ruptura de la mente bicamenral, FCE, Méjico 1987

Kuhn, Thomas; La estructura de las revoluciones científicas, FCE, Méjico 1975

Lakoff, G. y Jonson, M; Metáforas de la vida cotidiana, Ediciones Cátedra, Madrid 1991

O’Connor, J. y McDermott, I; Introducción al pensamiento sistémico, Ed Urano, Barcelona 1998

Prigogine, Ilya; El fin de las certidumbres, Taurus, Madrid 1997

Vygotsky, Lev S.; El desarrollo de los procesos psicológicos superiores, Editorial Crítica, Barcelona 1979

Watzlawick, P. y Krieg, P.; El ojo del observador, Gedisa Editorial, Barcelona 1994

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